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Receta de Cómo hacer natillas caseras de huevo. Receta tradicional
Huevos, azúcar, harina, leche… son ingredientes que solemos tener en casa y es increíble la cantidad de combinaciones que se pueden realizar con ellos para elaborar todo tipo de dulces, sobre todo los más tradicionales. En el blog tenemos una sección de dulces tradicionales y la receta de hoy se suma a la lista.
Esta receta de natillas caseras de huevo es la más clásica y tradicional y lo mejor es que se prepara de forma sencilla y rápida, aunque después necesita enfriarse y reposar en la nevera y conforme pasan los días, al menos para mi gusto, más buenas están. Con esta receta conseguirás una textura cremosa y sobre todo el rico aroma que aportan la canela y el limón. Con un punto justo de dulzor (no me gustan los excesos de azúcar) y acompañadas por unas galletas, verás que quedan de auténtico… ¡escándalo!
Si te gusta preparar dulces tradicionales, inspírate con la deliciosa quesada pasiega, las clásicas torrijas caseras de pan y leche, la crema catalana con su azúcar quemada, la tarta de manzana con crema pastelera y masa quebrada, el arroz con leche o unas magdalenas caseras y esponjosas.
También están riquísimas la leche frita o la quesada pasiega, sin olvidar el tradicional flan de huevo casero. Y en Navidad disfruta elaborando nuestras figuritas de mazapán casero o los mantecados caseros tradicionales.
Ingredientes para preparar natillas caseras de huevo (4 raciones):
- 500 ml de leche (normalmente se utiliza leche entera, pero la hemos preparado también con leche semidesnatada y está igualmente riquísima y cremosa).
- 1 rama de canela.
- La piel de medio limón.
- 3 yemas de huevo.
- 10 gr de maicena.
- 70 gr de azúcar.
- 4 u 8 galletas según si te gusta ponerle a cada ración una galleta en el fondo y otra encima o solo la de arriba. Yo prefiero ponerle dos.
- Un poco de canela en polvo para decorar.
Preparación, cómo hacer la receta de natillas caseras de huevo:
- Quítale la piel al limón pero solo la parte más superficial de forma que no arrastre parte blanca, solo debe ser amarilla. La parte blanca amarga y por eso no nos interesa.
- En un cazo a fuego medio pon la leche junto con la rama de canela y la piel del limón. Nosotros hemos puesto nuestra placa de inducción Brandt al 6. Justo antes de que empiece a hervir (verás que empieza a haber burbujitas pequeñas en la superficie y quizás un poco de telo propio de la leche, o si tienes un termómetro antes de que llegue a 100ºC), retira el cazo del fuego.
- Mientras, en un bol pon las yemas de huevo junto con el azúcar y la maicena y bátelo todo con unas varillas. Verás que al principio la mezcla es un poco seca pero si sigues batiendo enérgicamente poco a poco se volverá cremosa y finalmente tendrá un aspecto bastante homogéneo que es lo que buscamos.
- Vierte en el bol la leche infusionada poco a poco y haciéndola pasar por un colador para que se queden en él la piel del limón y la rama de canela. Remueve la mezcla.
- De nuevo vierte la mezcla en el cazo que habías utilizado y ponlo a fuego bajo mientras remueves sin parar para que no se te pegue a la vez que se va espesando.
- Ten paciencia porque tarda unos minutos, finalmente verás que se empieza a espesar casi de golpe. Cuando el aspecto sea como el de nuestra fotografía, en el que los surcos de las varillas se empiezan a notar, apártala del fuego, ¡ya está lista! En este punto puedes retirarla ya o, si la prefieres más espesa, seguir cocinándola algún minuto más. Yo personalmente prefiero que las natillas no queden demasiado espesas así que en cuanto veo surcos la aparto.
- Repártela en los moldes o recipientes en los que la vayas a servir, lo más tradicional es servirla en cazuelitas ya sean de barro o de otro tipo (yo las he presentado en dos tipos de cazuelas diferentes) pero si no tienes no pasa nada. A mi me gusta poner una galleta en el fondo y otra encima, esto va en gustos.
- Cuando esté fría puedes introducir los recipientes en la nevera para que repose al menos 4 horas, aunque personalmente me gusta prepararla de un día para otro y así reposa toda la noche en la nevera.
Tiempo: 20 minutos, y al menos 4 horas de reposo y enfriado
Dificultad: fácil
Sirve y degusta:
Puedes conservar las natillas perfectamente en la nevera 3-4 días e incluso yo diría que alguno más lo que pasa es que no lo he comprobado porque normalmente vuelan. Eso si, cuando pasan un par de días para mi están perfectas porque el sabor está más asentado.
Disfruta de su textura cremosa, esas cucharadas cogiendo trocitos de galleta y sobre todo su aroma a limón y canela que es una delicia. Te recomiendo espolvorear un poco de canela en polvo por encima porque además de potenciar el sabor queda genial la presentación. Es un postre tradicional de auténtico… ¡escándalo!
Variaciones de la receta de natillas caseras de huevo:
Una de las pocas variaciones que existen es utilizar piel de naranja en vez de limón o incluso ambas, y sustituir la canela por un poquito de esencia de vainilla.
También se puede modificar la cantidad de azúcar a tu gusto, a mi con esta cantidad me encantan y eso que no soy muy de dulce, prefiero que se noten todos los aromas y sabores y no predomine el azúcar.
Consejos:
Puedes preparar (y de hecho te lo recomiendo) las natillas con antelación ya que te pueden aguantar 3-4 días en la nevera. La galleta se va humedeciendo un poco conforme pasan los días pero no lo veo un problema porque así es más sencillo ir cortándola con la cuchara.
Recuerda elaborar la receta siempre con fuego medio e incluso bajo porque, aunque de esta forma tarda un poco más, te aseguras que no se pega al cazo y queda perfecta de textura y sin grumos.
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